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Comunicat sobre la tragèdia de Lampedusa

La tragedia de Lampedusa, en la que han muerto tres centenares de personas, muestra una realidad más compleja y cruel de la que están señalando muchos representantes de los gobiernos e instituciones europeas. Cierto es que existen grupos criminales que se enriquecen con el traslado ilegal de inmigrantes y refugiados, y que tales grupos deben ser perseguidos y castigados como merece su infame actividad, pero, si sólo vemos este lado de la cuestión, estamos sumergiéndonos en una cínica y monumental ceguera.
Las personas que han muerto en Lampedusa procedían de países en los que hay conflictos bélicos, persecuciones y atropello de los derechos humanos (Eritrea, Somalia, Siria…), por tanto no eran “inmigrantes ilegales” como se les está denominando, sino personas susceptibles de ser solicitantes de asilo, es decir, refugiados. Y hemos de recordar que todos los países europeos son firmantes de la Convención de Ginebra de 1951 sobre refugiados, y que ello nos obliga a atender a todas las personas que quieran solicitar asilo.
Los gobiernos europeos, en su obsesiva “lucha contra la inmigración irregular”, han levantado todo tipo de barreras para impedir la llegada de los inmigrantes a territorio europeo. Pero con ello, impiden también la llegada de los solicitantes de asilo. Sólo poniéndose en manos de los traficantes y jugándose la vida en trayectos peligrosos pueden llegar estas personas a territorio de asilo. La posibilidad que antes existía (en algunos países) de solicitar asilo en embajadas se ha ido eliminando. El incumplimiento por parte de los Estados europeos de nuestras obligaciones sobre asilo y refugio es flagrante.
La tragedia de Lampedusa ha evidenciado también el efecto perverso de las leyes de extranjería vigentes. Varios pesqueros vieron morir a los inmigrantes sin que ninguno acudiese en su auxilio. Ello ha sido señalado como escandaloso por representantes de algunos gobiernos, y es realmente escandaloso, pero no hay que olvidar que en las legislaciones de extranjería existen artículos que penalizan la ayuda a inmigrantes en tránsito. En Italia, algunos patrones de barcos pesqueros han sido procesados por llevar a tierra a inmigrantes recogidos en el mar.
Frente al cinismo con el que los poderes europeos están tratando el asunto, lo que cabe exigir es que se eliminen de las leyes de extranjería todos los artículos que penalizan la ayuda a los inmigrantes, que se establezca la prioridad absoluta de la obligación de auxilio (lo que ha de permitir llevar a tierra firme a las personas auxiliadas, sin repercusiones negativas para quien auxilia) y que Europa retome la senda del derecho de asilo. Quienes huyen de conflictos bélicos, persecuciones y violaciones de los derechos humanos han de contar con vías accesibles para llegar a territorio de asilo. Lo contrario nos coloca en el mismo lado criminal en el que se hallan los traficantes.
 
Miguel Pajares
Presidente de la Comissió Catalana d’Ajuda al Refugiat.
 
Más información: Pascale Coissard, responsable de incidencia política i social de la CCAR  – 933012539 pascale.coissard@cear.es