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Bulgaria: en el limbo de la Unión Europea

Un equipo de observadoras de derechos humanos, formado por representantes de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado (CCAR) y de SOS Racisme Catalunya, hemos viajado recientemente a la frontera este, concretamente en Bulgaria, el país más pobre de la Unión Europea[1], para conocer los procedimientos de detención y recepción en esta zona tapón.

Allá nos hemos entrevistado con el organismo público que gestiona las solicitudes de asilo y refugio (la State Agency for Refugees – SAR), con las entidades que financien o realizan actividades y programas adentro de los centros de acogida y de internamiento (Cruz Roja, Cáritas, SVV y UNHCR) y con las que ofrecen apoyo legal (Foundation Access tono Rights, Helsinki Committee Bulgaria, Center for Legal Aid – Voice in Bulgaria). Hemos visitado un centro de acogida y un centro de formación de la Cruz Roja en Sofía y nos hemos desplazado hasta la frontera entre Bulgaria y Serbia, por donde muchas personas en busca de refugio prueban de transitar sin ser vistas. Finalmente, hemos conocido un fotógrafo refugiado iraquí que está colaborando con Cáritas como traductor.
Después de todos estos encuentros y experiencias, constatamos que:
1.- Hay personas refugiadas cerradas en los centros de detención (CIE) A pesar de que las organizaciones están luchando porque se apliquen alternativas a la detención, hay muchas personas que, por miedo a quedarse atrapadas en Bulgaria o ser devueltas posteriormente a través del mecanismo de Dublín, no expresan su deseo de solicitar asilo o refugio.
2.- Se aplica de forma subjetiva y abusiva el procedimiento acelerado para la determinación de la necesidad de protección. Las entidades denuncian que a las personas de determinadas nacionalidades, como la afgana o la pakistaní, se los retiene durando más tiempo, en condiciones de detención y no de acogida, y se los aplica de forma subjetiva y generalizada el procedimiento acelerado, que cuenta con menos garantías que el encomendero y se resuelve en 3 o 4 meses, generalmente de forma negativa para las personas solicitantes.
3.- Carece un programa de integración para las personas refugiadas y las condiciones de acogida son precarias. Las solicitudes de protección internacional suelen recibir una primera respuesta administrativa en sólo 6 meses (en España el tiempo de espera habitual es de 3 años). Esto se debe de, tal como ha reconocido la misma Agencia Estatal por los Refugiados (SAR), al hecho que se quiere reducir al máximo el impacto económico que la manutención y la atención médica y psicológica de los refugiados puede causar sobre el sistema de salud búlgaro. Desde el 2014, no se los ofrece ningún plan de integración y la mayoría de los centros se encuentran en condiciones de insalubridad.

4.- Los menores y las menores de edad no acompañadas están desprotegidas. Las entidades piden en el Estado búlgaro una mayor protección de los menores no acompañados, a quienes repetidamente se cierra en centros de detención, se los pone bajo custodia de un adulto cercano que no tienen porque conocer o se los realiza una prueba de edad poco fiable que conduce a muchos errores, entre otros irregularidades. No hay centros de acogida sólo para MENAS; este conviven con personas adultas y, fuera del horario de atención de los y las profesionales, quedan a cargo de los guardias de seguridad privada, con todos los riesgos y la desprotección que esto compuerta.
5.- Los casos de violencia a la frontera restan impunes. Los cuerpos de seguridad a la frontera búlgaroturca actúan como un muro de contención que no deja entrar las personas refugiadas al territorio de la UE. Las organizaciones denuncian ataques con balas de goma, torturas, vejaciones, amenazas y otras vulneraciones de derechos que no se investigan.
6.- La aplicación del sistema de Dublín en Bulgaria desincentiva la llegada de personas con necesidad de protección por la frontera este de la UE. Devolver personas refugiadas que viven en Austria o Alemania hacia Bulgaria, por el hecho que es el lugar donde se las registró, es condenarlas a encontrar suerte en un país donde las condiciones de acogida son muy precarias, casi inexistentes, y dónde no hay ninguna política de integración de las personas refugiadas. Además, estas tienen que hacer frente a la hostilidad institucional y a menudo social.
La suma de estos y otros factores hace prever que la cifra de solicitudes de asilo y refugio en Bulgaria caerá en picado este año. Según datos oficiales, el 2016 solicitaron protección internacional 19.418 personas, mientras que en el que traemos del 2017 sólo lo han hecho 2.276 personas.
La expedición en Bulgaria se ha llevado a cabo en el marco del proyecte CAMINS, financiado por el Ayuntamiento de Barcelona, que prevé la elaboración de materiales educativos basados en los relatos extraídos de la observación sobre el terreno. El pasado mes de abril se visitó también la frontera sur española. A finales de año se presentará un informe comparativo de estos dos llimbs que controlan el paso a la Unión Europea.
[1]             PIB per capita, Eurostat, juny 2017: http://ec.europa.eu/eurostat/tgm/table.do?tab=table&init=1&language=en&pcode=tec00114&plugin=1